lunes, 29 de octubre de 2012

'NETWORK, UN MUNDO IMPLACABLE' (Network, 1976)

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La ira de Howard Bale


¿Hasta dónde puede llegar el poder de la televisión? ¿Hay lugar para la ética? ¿Y para la moral? O puede que quizás no sea más que una industria en la que todo vale para conseguir buenas audiencias. Es posible que esas preguntas todavía estén vigentes hoy en día. La película 'Network, un mundo implacable' planteaba esas cuestiones a finales de la década de los 70. La película dirigida por Sidney Lumet es una sátira llevada al extremo.

La audiencia manda, la televisión controla todo. Los directivos están dispuestos a emitir cualquier cosa con un único objetivo: ser el programa más visto de la noche. Hoy en día (¿o quizás desde siempre?) el sexo, el morbo, el gore o la violencia televisada (tanto física como verbal) reúnen a una buena masa de televidentes. El morbo atrae a la audiencia y eso los productores lo saben.

Howard Beale (Peter Finch) lleva muchos años presentando los informativos pero debido al descenso de audiencia los productores deciden prescindir de él. Durante el informativo Howard anuncia que se suicidará en directo, en horario de máxima audiencia.

Tras su declaración, el informador se convierte en información, Howard se convierte en noticia y la audiencia de su informativo, se dispara. Howard está harto de la hipocresía que predomina a su alrededor y piensa que es hora de decir la verdad. Así, de un día para otro, Howard se convierte en la voz de la masa enfurecida de la sociedad americana.

Por su parte, los productores, Diana Christensen (Faye Dunaway) y Frank Hackett (Robert Duvall) saben que acaban de encontrar un producto que explotar y sacar mucho partido. Pese a su nueva imagen de defensor de la verdad, Howard pasa a convertirse en una marioneta que tanto los productores como los programadores manejan a su antojo. El único que parece tener un poco de ética profesional es Max Schumacher (William Holden), el director de los informativos nocturnos. Aún así, ni es tan santo como parece ni tampoco parece hacer mucho por cambiar la situación.

"La televisión no es verdad. La televisión es un parque de atracciones. La televisión es un circo (...). Nosotros nunca os contamos la verdad. Os contaremos lo que queréis oír"
Esa frase forma parte del discurso de Howard Beale. Howard por primera vez se siente poderoso y su veraz y agresivo discurso convence a la audiencia. El presentador se convierte casi en un mesías, una especie de profeta para la audiencia. Howard no tiembla a la hora de sacar los trapos sucios de su cadena y no piensa en las posibles consecuencias. Howard acaba enajenándose debido al poder que le otorga la televisión y el control o influencia que tiene sobre la audiencia.

La audiencia no tarda en cansarse del impulsivo y agresivo discurso de Howard Beale, y como la audiencia manda (ya que lo que importa son los números), los jefes de la cadena no tardan en idean un plan para poner fin al fenómeno. Eso sí, termina a lo grande, con una medida extrema y ofreciendo lo que la audiencia pide: morbo y violencia. Un remate directo, excesivo quizás.

La crítica que recibe la televisión es dura pero Lumet va más allá. Lumet también critica al espectador que se cree todo lo que emiten en televisión sin cuestionarlo siquiera. El espectador piensa que es normal que todos los días haya asesinatos. Embobado, pasivo... ante una realidad que le están contando e interpretando. La audiencia no hace nada ante el patético espectáculo. Al contrario, disfruta.


Lo dicho, la película no se corta a la hora de críticar, y aunque el final me parece que se excede un poco su mensaje es claro: lo que importa son los números y los buenos datos de audiencia. La ética y la moral mejor guardarlas en un cajón para que no molesten. El discurso de Howard cada vez se va teatralizando más y cada vez su mensaje importan menos. Cada vez importa más el espectáculo que lo rodea. De un día para otro Howard se ve capaz de manejar la ira contenida de la audiencia. La película es de 1976 pero su discurso sigue manteniéndose firme:
"No tengo que decirles que las cosas van mal. Todos lo saben. Es una depresión. Todos están sin trabajo o con miedo a perderlo. Un dólar no vale más que cinco centavos. Los bancos se van a la quiebra (...) Por ningún lado, la gente parece saber qué hacer y no se ve el final (...) ¡Todo lo que sé es que tienen que enfadarse! Tienen que decir: ¡Soy un ser humano, maldita sea! ¡Mi vida tiene valor!". 
'Network, un mundo implacable' es una buena película dirigida por Sidney Lumet, una sátira sobre la televisión. El reparto cumple bien, exageran sus acciones y gestos, pero así lo pide la historia. La película tiene ritmo, intercala bien las diferentes trama añadiéndole un carácter más coral a la historia. Los diálogos son directos, incluso a la hora de discutir sobre las relaciones personales usan la terminología televisiva. Tras ver la película, solo queda una idea en mente... En 40 años... ¿ha cambiado la televisión?

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