jueves, 21 de noviembre de 2013

'Persona' (1966)

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La consciencia y la identidad


Ingmar Bergman es un director personal. En sus películas nos muestra de forma indirecta parte de su vida, sucesos biográficos que para él fueron significativos, mostrando de ese modo una parte de su carácter (“por supuesto que soy autobiográfico” ha afirmado el director en alguna ocasión).

La película ‘Persona’ va unida a su experiencia vivida en un hospital. Bergman pasó cerca de seis horas inconsciente debido a los efectos de la anestesia. En ese momento Bergman no distinguía lo que era real y lo que no. Esa sensación entre la existencia y la no existencia, entre la consciencia y la inconsciencia, Bergman la definió como algo maravilloso. El director, inspirado por ese sentimiento, realizó esta magnífica y compleja película.


‘Persona’ es una película que te atrapa, con un comienzo poético, en los que se mezclan escenas que parecen no tener conexión. Entre esas escenas vemos una que tendrá especial importancia o significado: la de un niño encerrado en una habitación, observando en una pantalla la imagen de Elisabeth que cada vez resulta más borrosa.

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¿Una o dos personas?

Bibi Andersson y Liv Ullmann son las dos protagonistas de la película. Liv Ullmannn interpreta a Elisabeth, una famosa actriz de teatro que perdió la voz durante la representación de “Electra”. Tras ese suceso la actriz fue hospitalizada. Ha pasado tiempo, y se encuentra bien, pero sigue sin querer hablar. Bibi Andersson interpreta a Alma, la joven enfermera que la cuidará, que no para de hablar con el objetivo de que Elisabeth recupere el habla.

Bergman dijo en una ocasión que “lo que más importa en la vida es ser capaz de entablar contacto con otro ser humano”. La relación entre Elisabeth y Alma al principio no será fácil, pero con el tiempo terminan muy unidas. La conexión entre ambas es muy fuerte; al menos para Alma que ha encontrado en Elisabeth alguien en quien confiar y desahogarse. Alguien que comprendía su dolor. Se ve identificada en Elisabeth.

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Por eso, cuando la enfermera se da cuenta de que no es más que un objeto de análisis para la actriz, su manera de afrontar la relación cambia. Se da un curioso cambio, como si por un momento cambiasen los roles. La enfermera cuida y observa a la paciente, pero la paciente también observa curiosa y fascinada a la enfermera. Alma ha contado sus más oscuros secretos a la actriz, se ha “desnudado” ante ella. Las dos poco a poco se van “fusionando”: la paciente cuida de la enfermera; la enfermera empieza a actuar.

¿Qué es verdad y qué es mentira? ¿Quién es Elisabeth y quién es Alma? Tenemos la sensación de que Alma va perdiendo poco a poco la consciencia, de que empieza a confundir la realidad con los sueños, a perder el control de sí misma. Es como si hubiese perdido su identidad. En la casa de la playa no hay disfraces, son una actriz sin maquillaje y una enfermera sin uniforme.

Esa dualidad y “fusión” de personajes la vemos plasmada también de forma gráfica en el clímax de la película. La fotografía en blanco y negro de la película es bastante significativa y refuerza también esa idea: sombras que ocultan medio rostro, momentos más iluminados que añades a la escena un punto onírico… Lo que estaba perfectamente separado al principio, poco a poco se va uniendo, la línea entre los dos personajes cada vez es más difusa. Bergman escogió a Liv Ullmann y a Bibi Andersson por sus rasgos parecidos.

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En el clímax todo se desmorona, los personajes (y el público) ya no somos conscientes ni del tiempo ni del lugar de los hechos. Las dos mujeres cuando tienen claro quiénes son se sienten fuertes. El traje de enfermera le da a Alma la suficiente seguridad para seguir adelante.

Las dos mujeres comparten dolor. Tomaron decisiones pensando en agradar o actuar dentro de lo “socialmente correcto”. Llevan mucho tiempo actuando. La vida es teatro/cine, en la que cada uno actúa según lo que le conviene. Esa idea de interpretación, de mezcla entre realidad y ficción, también se puede aplicar al aspecto meta-fílmico de la película de Bergman. La mano del director está presente, incluso aparece en un plano. El público es consciente de que está viendo una película, una “mentira”. Pero como espectadores, nos dejamos llevar por esa mentira, y nos la creemos por completo.

El cine, el teatro, el niño que observa la pantalla… Antes de trabajar en el cine, Ingmar Bergman trabajó en el teatro. En sus trabajos se nota la influencia teatral, por ejemplo: muchos planos están grabados desde el punto de vista de un espectador, de forma muy frontal y son bastantes largos. Además de ese toque teatral Bergman muestra también el proceso fílmico, desde la primera chispa hasta la última. ‘Persona’ empieza con el proyector, su “linterna mágica”, y termina con el proyector.

El trabajo de las dos actrices principales es muy bueno. Dos papeles opuestos: el de Liv Ullmannn es mudo, y el de Bibi Andersson no para de hablar. En la escena en la que las dos están una frente a otra, en la que en lugar de contraplanos Bergman opta por el plano fijo y repetir la escena, me parece sencillamente brutal: mismo monólogo, distinto rostro. Interpretaciones distintas de un mismo texto.

Por su complejidad, desarrollo, fotografía, dirección, interpretaciones; por ese conflicto entre ser y parecer, entre la consciencia y la inconsciencia, el miedo a perder tu propia identidad… ‘Persona’ es una película que merece más de un visionado, de esas historias que te hacen dudar ante lo que estás viendo, pero ¿acaso no es esa la sensación que quería plasmar el director?


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